Peter Lindbergh fue el único alemán que perteneció al selecto círculo de fotógrafos que han marcado el mundo de la moda y de la publicidad. Sus series de retratos en blanco y negro son inconfundibles, pero pocos saben quién es. Su foto de las supermodelos en camisa blanca fue elegida por la revista Vogue como la mejor imagen de los años 90.
La fusión entre la estética vanguardista y el carácter abierto y familiar de Lindbergh dio a luz un estilo innovador y único. Retratista desde sus inicios, empezó con una cámara barata de segunda mano, comenzaría su carrera como decorador de vitrinas, hasta que un día fotografía a los hijos de su hermano y descubre su amor por el retrato.
Trabajó como publicista y es en donde impulsaría su carrera. Peter Brobeck, quien al viajar a París cambiaría su nombre por el de Lindbergh, se establecería y realizaría su trabajo con la pasión con la que la ciudad estaba llena, también trabajaría en New York y Los Angeles, siendo estos trés lugares en los que llegaría a estar hasta 2 veces por mes por su trabajo.
Con jornadas de trabajo de hasta 15 horas, es un hombre dedicado y exigente consigo mismo y con su equipo de trabajo a quienes siempre aníma a seguir hasta el final.
Sus primeras fotografías se publican en las revistas Twen y Stern. Tiempo después, publicaciones internacionales como Vogue, Rolling Stone y Vanity Fair se interesarían por el enfoque del fotógrafo alemán.
Los sentimientos de las dos personas que se juntan para hacer la fotografía sería lo que Peter mantendría y buscaría siempre en su trabajo, también tomando la melaconlia como impulso para su trabajo, según el, una perspectiva distinta, buscando ver a la persona detrás de ella misma, siendo algo muy profundo para él, idea de la cual realizaría un trabajo, Testamento.
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